El álbum azul de 1994 tiene una portada a primera vista sosa y aburrida, pero al escuchar el contenido es imposible no apreciarla. Lo bonito de The Blue Album es que, aunque se muestra en un formato plano y monocromático, tiene una increíble y distintiva personalidad. Esto nunca fue más evidente que en el debut homónimo, un disco lleno de humor y claridad.
Son los únicos geeks pastosos que se pueden dar el lujo de abrir canciones con líneas como “What’s with these homies dissin’ my girl?”, y librarla como auténticos héroes. Weezer es cool, y más blancos no podrían ser. En su portada son retratados indiferentes y despreocupados, no hay ningún tipo de pose o parafernalia.
Es brillante porque es real y representativa, una prueba de un material transparente y enternecedor. Las temáticas del álbum son un libro abierto, no hay filtros y la inocencia resulta ser un gancho único. Weezer mezcla su anticuada presencia con una proyección de rock-pop lista para demoler estadios.
Estas mezclas generan una admiración que no provoca vergüenza, sino una sensación de triunfo compartido. Los arreglos son ruidosos y memorables: pop con la esencia del garage pero con mucho mayor alcance. Desde la vívida guitarra acústica y solo de armónica en ‘My Name Is Jonas’ se vuelve imposible el dejar de sonreír. Las melodías se sienten despreocupadas, independientes de lo que comunican, no existe show o desborde sentimentalista.
La voz de Rivers Cuomo siempre suena fresca e inconfundiblemente californiana. Weezer es el grupo idóneo para una incómoda fiesta en la playa, ‘Say It Ain’t So’ (que habla sobre la supuesta ruptura entre los papás del vocalista a causa del alcoholismo) lo prueba, es una paradoja típica para los de Los Ángeles. Este estilo fue influyente para la siguiente década, para el poco esfuerzo y naturalidad que buscaron transmitir bandas como Blink-182.
Lo grandioso de Weezer es que se mantiene único. Para cuando termina el disco con un enorme solo de guitarra, la extraña y auténtica relación que existe entre las personas y sus instrumentos se vuelve inolvidable y hasta icónica. Ahí está el por qué de la portada, es una vitrina que muestra un airoso trofeo.
Weezer logró un disco con una simpleza extraordinaria, algo más sencillo de escribir que hacer. The Blue Album es seguro y atemporal, sus músicos se alejaron de la pose noventera sin dirección u objetivo alguno, sólo se juntaron a tocar música en la seguridad de su garage, en dónde pueden ser la versión más real de ellos mismos.
Fuente: http://www.sabotagemagazine.com.mx/sbtg_din.php?pag=recomen_semana&id=1828
Son los únicos geeks pastosos que se pueden dar el lujo de abrir canciones con líneas como “What’s with these homies dissin’ my girl?”, y librarla como auténticos héroes. Weezer es cool, y más blancos no podrían ser. En su portada son retratados indiferentes y despreocupados, no hay ningún tipo de pose o parafernalia.
Es brillante porque es real y representativa, una prueba de un material transparente y enternecedor. Las temáticas del álbum son un libro abierto, no hay filtros y la inocencia resulta ser un gancho único. Weezer mezcla su anticuada presencia con una proyección de rock-pop lista para demoler estadios.
Estas mezclas generan una admiración que no provoca vergüenza, sino una sensación de triunfo compartido. Los arreglos son ruidosos y memorables: pop con la esencia del garage pero con mucho mayor alcance. Desde la vívida guitarra acústica y solo de armónica en ‘My Name Is Jonas’ se vuelve imposible el dejar de sonreír. Las melodías se sienten despreocupadas, independientes de lo que comunican, no existe show o desborde sentimentalista.
La voz de Rivers Cuomo siempre suena fresca e inconfundiblemente californiana. Weezer es el grupo idóneo para una incómoda fiesta en la playa, ‘Say It Ain’t So’ (que habla sobre la supuesta ruptura entre los papás del vocalista a causa del alcoholismo) lo prueba, es una paradoja típica para los de Los Ángeles. Este estilo fue influyente para la siguiente década, para el poco esfuerzo y naturalidad que buscaron transmitir bandas como Blink-182.
Lo grandioso de Weezer es que se mantiene único. Para cuando termina el disco con un enorme solo de guitarra, la extraña y auténtica relación que existe entre las personas y sus instrumentos se vuelve inolvidable y hasta icónica. Ahí está el por qué de la portada, es una vitrina que muestra un airoso trofeo.
Weezer logró un disco con una simpleza extraordinaria, algo más sencillo de escribir que hacer. The Blue Album es seguro y atemporal, sus músicos se alejaron de la pose noventera sin dirección u objetivo alguno, sólo se juntaron a tocar música en la seguridad de su garage, en dónde pueden ser la versión más real de ellos mismos.
Fuente: http://www.sabotagemagazine.com.mx/sbtg_din.php?pag=recomen_semana&id=1828
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