Fitz and the Tantrums podrían llenar un boliche con sus admiradores famosos. Fueron teloneros de Maroon 5 (por pedido de Adam Levine), invitados a Conan y a Jimmy Kimmel Live! y compartieron escenario con el héroe del soul blanco, Daryl Hall. Pero, para el cantante Michael "Fitz" Fitzpatrick, el momento cúlmine fue ver a Jack McBrayer, el botones Kenneth de 30 Rock, en un par de shows. "Estaba como loco", dice Fitz, entre risas.
FENOMENO Esos fans saben lo que hace tres años tienen claro quienes viven en Los Angeles y sus alrededores: pocos grupos reformulan el soul como este sexteto, construido en torno a la voz rasposa, a la elegante vestimenta new wave y al pelo engominado de Fitz. Temas como "Moneygrabber" y "Don't Gotta Work it Out", del primer disco de la banda (Pickin' Up the Pieces, de 2010), mezclan estribillos de Stax y de Motown con la sedosidad del brit-pop de los años 80.
PERFIL Fitz siempre había querido ser cantante y líder de una banda, aunque trabajaba como ingeniero de sonido. Su sueño no se hizo realidad hasta hace unos pocos años, cuando una ex novia le pasó el dato de un viejo órgano de iglesia que estaba vendiendo una vecina. Esa noche, sentado ante su nueva compra, el aún dolido Fitz compuso la canción "Breakin' the Chains of Love", y se dio cuenta de que podía llegar a ser el soulero blanco de sus sueños. "En los peores momentos de mi vida, la música me salvó", dice. "Y ése fue uno de los momentos."
EN VIVO Sus frenéticos shows en vivo, propulsados por la dinámica sexual de alto voltaje que se establece entre Fitz y la cantante Noelle Scaggs, tienen el fervor de un teatro de revistas soul. "No hay nada procesado ni nada de auto-tune", dice Fitz. "Hay muchos pibes que nunca vieron tocar una banda en vivo sin ningún truco."

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