El Lollapalooza da tanto la oportunidad de conocer nuevas bandas como de ver agrupaciones que están por primera vez en la Argentina. Esta vez le tocó a Twenty One Pilots, el dúo estadounidense que une poesía con teclados y rap, y que algunos definen como "pop esquizofrénico".
La apertura. Para desplegar su música en el escenario, Tyler Joseph y Josh Dun eligieron esconderse detrás de máscaras. El cantante con la camiseta de la Argentina con el número 10 y la leyenda "Lollapalooza" en su espalda optó por un pasamontaña para cantar el primer tema con un micrófono que colgaba desde el techo. El batero se convirtió en un monstruo rojo. Con un setlist que incluyó temas de sus cuatro discos, los compañeros universitarios de Ohio hicieron bailar y también rapear a las miles de personas que se acercaron al Hipódromo de San Isidro. También hubo un pasamontaña rojo y una máscara verde e, incluso, Tyler llegó a usar una camisa larga y floreada sobre su cara, cual fantasma.
Del rap al baile. En un recital ecléctico donde el hip hop convive con el electro pop y el indie, el dúo manejó el tempo de un público joven y abierto al estímulo de los músicos que iban pasando de instrumento en instrumento. Pasaron por sus manos: un piano, un ukulele, una guitarra e incluso una trompeta, además de la batería. Sobre pistas y con un frontman atlético, los Twenty One Pilots calentaron la caída del sol. Todavía la lluvia no asomó.
Cantar sobre la cabeza de los fans. Con mucha astucia, Tyler rompió la distancia con la gente y se subió una tarima sostenida por los seguidores que, como pasó con Eagles of The Death Metal, no entendían bien qué hacía el cantante ahí. El baterista también cambió de locación y se ubicó sobre la misma plataforma y tocó los platillos sobre cabezas.
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